Armando Planchart Franklin: un legado forjado desde el silencio, el trabajo y la generosidad – Parte 7
Azier Calvo
julio 8, 2022

El Cafetal

Este ensayo, en doce entregas sucesivas, forma parte del esfuerzo de la Fundación Anala y Armando Planchart por difundir las múltiples dimensiones de Armando Planchart Franklin. Con estas entregas, pretendemos rescatar la historia de uno de los personajes que hizo posible la modernidad de Venezuela y su impacto en la obra arquitectónica de la capital

 

Navegar en tiempos de dictadura.
Los negocios prosperan, las inversiones se diversifican, la responsabilidad social se refuerza

 

Los diez años que transcurren entre 1948 y 1958, entre el derrocamiento del primer gobierno democrático elegido por votación popular, directa y secreta (el de Rómulo Gallegos), la subsiguiente llegada de los militares al poder y la salida, también a la fuerza, del dictador Pérez Jiménez, fueron los de mayor intensidad y actividad tanto a nivel individual por parte de Armando Planchart como para el binomio conformado con Anala.

Rómulo Gallegos gabinete

Reseña del nuevo gabinete tras el derrocamiento de Rómulo Gallegos

Son los años en los que los negocios prosperan, las inversiones se diversifican, el dinero se multiplica, los viajes no cesan, los hobbies logran ocupar un importante lugar, deciden construir la morada de sus sueños de la mano de un arquitecto italiano al que sólo conocían a través de las revistas que publicaba, y se reafirma la permanente inclinación de Planchart hacia el altruismo.

La década 48-58 verá, por un lado, como el país acapara la atención de inversionistas procedentes de todo el mundo y, por el otro, como Caracas y su arquitectura empiezan a ocupar portadas de prestigiosas revistas, así como el interés de quienes estaban atentos a lo que culturalmente ello significaba, en un clima donde, pese a lo que políticamente acontecía, el “espíritu moderno” afloraba a través de las más diversas manifestaciones.

Si bien es la construcción de su casa de habitación el hecho que demandará la mayor parte del tiempo del matrimonio entre 1953 y 1957, no hay que olvidar que para que ello aconteciese fue muy importante el que los negocios de Armando progresaran como lo hicieron, logrando alcanzar una solvencia económica que nunca pensó obtener en sus primeros años.

Cadillacs

Automoviles Cadillac en La Guaira, 1956

El buen olfato para saber cómo movilizar el dinero, la habilidad para tratar con sus potenciales clientes o socios, su incuestionable honestidad y gran sentido del humor hicieron que prácticamente todo lo que tocara Armando Planchart, cual Rey Midas, prosperara y llegara a feliz término. A ello valdría la pena añadir sus dotes de gran planificador e individuo que llegó a poseer una visión amplia y una disposición siempre generosa con el prójimo necesitado.

Armando Planchart teléfono

Armando Planchart

Aunque es muy probable que muchos se aprovecharan de esta cualidad que poseía Planchart, fueron más los que se beneficiaron de ello. No en vano logró hacer de sus empresas un ejemplo de consideración y compromiso para con sus empleados para lo cual tuvo mucha importancia su excelente relación con otro empresario de esas características y de su misma generación: Eugenio Mendoza Goiticoa (1906-1979), con quien llegó a compartir muchos de sus proyectos de carácter filantrópico y de beneficio social, emprender algunos negocios y entablar una sólida amistad.

Eugenio Mendoza

Eugenio Mendoza

Codo a codo con Mendoza, su creador, Planchart participa formando parte desde 1942 de la Fundación Venezolana contra la Parálisis Infantil y hace un importante aporte para la construcción y posterior apertura en 1945 del «Hospital Antipoliomielítico de Caracas»[1], cuya finalidad, como lo evidencia su nombre, fue luchar contra la invalidez y otras secuelas de la poliomielitis o polio como también se le conoce, grave enfermedad que apareció en Venezuela en el año 1928. Vale la pena recordar como en 1956, y producto de los notables resultados obtenidos con las campañas de vacunación contra ese terrible flagelo, a través de las cuales se erradicó prácticamente la enfermedad en Venezuela, el Hospital Antipoliomielítico de Caracas cambia su nombre a «Hospital Ortopédico Infantil» y redefine su misión. (Figura 5. Hospital Ortopédico Infantil. Fuente: Caracas City 450)

Cabe añadir que desde 1951, año de su creación, Armando Planchart formará parte del Consejo de Directores de la Fundación Mendoza, donde estará acompañado, bajo la presidencia de don Eugenio, por otras trece personalidades entre las que se encontraban: Gustavo H. Machado, Carlos Acedo Toro, Elías Toro, Arnoldo Gabaldón, Edgard Pardo y Arturo Uslar Pietri [2].

También junto a Eugenio Mendoza, su hermano Lope y el médico Rafael Vegas Sánchez (su creador e impulsor), Planchart es co-fundador del Colegio Santiago de León de Caracas con el que siempre colaboró formado parte del Consejo Directivo-Administrativo desde su apertura el 25 de julio de 1950, día del apóstol Santiago, y de la fundación de Caracas. La referencia a tan simbólica fecha la adoptó Vegas, rememorando el pasado de la ciudad donde nació, a la que le rindió homenaje colocándole el nombre que identifica a la entidad. A los fundadores se debe el habérsele dado al colegio la figura de una Sociedad Anónima, lo cual permitió que los beneficios económicos que se obtenían, en vez de ser repartidos entre los accionistas, fuesen reinvertidos en el desarrollo de la Institución.

Gracias a la aplicación de dicha política, el colegio pudo pasar de su ubicación inicial en una quinta situada en la avenida Los Jabillos de la urbanización La Florida, a la construcción de una sede propia en la urbanización La Floresta, diseñada por Omar Feaugas Guedes y construida por la empresa VRACA (Armando Vegas y Alfredo Rodríguez Amengual), donde se muda en 1956. En todo este proceso Armando Planchart jugó un papel relevante. En 1970, tres años antes de la muerte del Dr. Vegas, el Santiago (como es comúnmente conocido el colegio) pasa a ser una Fundación. Los accionistas de la Sociedad Anónima ceden sus derechos, y con éstos se constituye el patrimonio del centro educativo. Dicha Fundación, además de continuar con el proyecto del colegio, se planteó también como objetivo la creación de institutos similares, con cuyos beneficios se crearían instituciones para formar niños de escasos recursos económicos.

En el campo de los negocios, Planchart, dentro de una amplia cartera, siempre invirtió en acciones de las empresas que Mendoza fue abriendo (Protinal C.A., C.A. Venezolana de Cementos, Financiadora Inmobiliaria Nacional -FINCA-, Maquinarias Mendoza, Sherwin Williams Venezolana y C.A. Venezolana de Pulpa y Papel -VENEPAL-, entre otras). Tras su creación en 1951, como ya se mencionó, fue miembro del consejo de directores de la Fundación Eugenio Mendoza, dedicada a 3 fines primordiales: la ayuda al niño, a la agricultura y a la cultura.

La intuición de Armando Planchart en lo relativo al desarrollo urbano lo llevó a ir adquiriendo terrenos y propiedades tanto en Caracas como el interior del país y a asociarse con Mendoza, con quien compra la hacienda El Cafetal a finales de los años 1940, cuyo posterior desarrollo merece un capítulo aparte por lo que significó dentro del crecimiento del sureste de la ciudad [3].

Con respecto a este tema, Carlos Armando Figueredo Planchart aportará lo siguiente: “Armando Planchart y Eugenio Mendoza se compraron la hacienda El Cafetal, que abarcaba desde Chuao hasta donde hoy se encuentra el Cementerio del Este (La Guairita), porque tenían información de que existía una cantera que necesitaban para producir cemento. Lo de la cantera no prosperó, pero si se aprovechó la oportunidad para desarrollar la zona para lo cual se asociaron con la empresa VICA (Venezolana de Inversiones C. A.) quien se encargaría de vender los terrenos. VICA quebró y ellos perdieron la mayor parte de lo que hoy son las urbanizaciones que tienen nombres de santos y santas, pero se quedaron, por un lado, con lo que hoy se conoce como El Cafetal (llamado durante un buen tiempo “el adecal” por la relación que se dio entre quienes allí vivían y los militantes del partido Acción Democrática), que se lo lograron vender al Banco Obrero, que lo desarrolló y, por el otro, con las tierras de lo que hoy es Cerro Verde, urbanización de lujo que conservaron durante mucho más tiempo” [4].

El Cafetal 1967

El Cafetal, 1964

El testimonio de Figueredo coincide y es complementario con el de Leopoldo Martínez Olavarría, quien explica: “Cuando sale lo de Prados del Este, entonces aparece El Cafetal, que es de Eugenio Mendoza y Armando Planchart, ellos entran en negociaciones con los urbanizadores de Las Mercedes, con VICA. Yo estaba trabajando allí en ese momento como asesor, había terminado con la Comisión Nacional de Urbanismo, que la habían anulado. Entonces principiamos (sic.) a ver cómo hacíamos. Primero cómo desaguar la quebrada de El Cafetal. La avenida principal de El Cafetal está montada sobre un canal de 5 metros de ancho y 4 de profundidad, y se elevó el piso como 7 metros para darle cierta importancia. Un gigantesco movimiento de tierra. ¿Y qué hacemos? Vamos a ofrecer parcelas pequeñas para clase media, que se venden a 50, a 60 bolívares, que es toda la parte de Santa Ana, y esto no se toca, ni Santa Paula ni Santa Sofía. Solamente esa parte de ahí con una idea de hacer un gran centro comercial en la redoma de Plaza Las Américas, pero en un futuro” [5].

Como comenta Martín Frechilla, el enorme esfuerzo realizado por construir la avenida principal de El Cafetal se trata de un caso atípico en el crecimiento urbano de Caracas ya que tradicionalmente el sector privado no invertía en vialidad sino en urbanizar. Sólo cuando las urbanizaciones se constituían y, en buena parte, se vendían los terrenos lotificados, la vialidad a cargo de los entes públicos se mejoraba y no al contrario. Este hecho lo remarcará Martínez Olavarría: “Fíjate la longitud que hay de Plaza Las Américas a Chuao. Es una obra gigantesca. Eso tiene 7 metros de relleno y además un canal de esa categoría, un tubo de agua de película; todo eso con reales prestados, y se van consumiendo las utilidades…los terrenos que se venden en El Cafetal daban pérdidas”.

Bulevar El Cafetal

El Cafetal. Archivo Fundación Fotografía Urbana

La quiebra de VICA, quien a la postre era la propietaria de los terrenos de las urbanizaciones que hoy desembocan en el que se conoce como bulevar de El Cafetal (Santa Marta, Santa Sofía, San Luis, Santa Clara, Santa Ana y Santa Paula), le dejó servida la mesa a quienes vinieron a partir de los años 60 a desarrollarlos con un planteamiento generalizado de utilizar islas centrales arboladas. Habiendo logrado urbanizar únicamente El Cafetal y Santa Marta, la quiebra de la constructora también obligó al Estado a heredar una porción importante de sus terrenos y ensayar en la zona, a través del Banco Obrero, dignos y bien construidos modelos de casas y viviendas multifamiliares para clase media que aún permanecen.

Así, el parcialmente fracasado desarrollo de El Cafetal será tanto para Mendoza como para Planchart una excepción dentro de sus exitosas carreras como empresarios, lo cual no deja de tener importancia por su valor histórico.

 

[1] Ubicado en la avenida Andrés Bello con la Transversal 5 Norte de la urbanización Guicaipuro, el hospital fue creado por iniciativa del Dr. Trino Castro, con la asesoría de la Fundación Rockefeller y la participación económica de un grupo de venezolanos, entre los que destacan, Eugenio Mendoza Goiticoa, Armando Planchart, Félix Carpio, Oscar González, Dionisio Bolívar y la Agencia Irazábal. El proyecto estuvo a cargo del Arq. Carlos Guinand Sandoz asociado con los profesionales norteamericanos Wallace K. Harrison, Jacques-André Fouilhoux y Max Abramovitz. Al inaugurarse en 1945 la instalación contaba con 21 camas y hoy ya suma casi 80 y una amplia gama de servicios y especialidades lo que ha llevado a un crecimiento importante de la edificación original.
[2] Clemy MACHADO DE ACEDO, “La huella de Eugenio Mendoza. Homenaje en conmemoración del centenario de su nacimiento”. En: Cuadernos Unimetanos, 12, noviembre 2007, p. 4. Ubicable en http://bibliobytes.unimet.edu.ve/CU/CU_V12.pdf.
[3] Será en 1950, al decidir Mendoza y Planchart desarrollar la hacienda, cuando se constituirá la Compañía Anónima El Cafetal, Urbanización Rural, de la cual la empresa Venezolana de Inversiones C. A. (VICA) adquirirá dos tercios de las acciones (compradas previamente a Juan Penzini Hernández -un tercio- y a José Herrera Uslar –un tercio-) quedando el otro tercio compartido entre Mendoza y Planchart. Información ubicable en http://miranda.tsj.gob.ve/DECISIONES/2016/JUNIO/2129-13-14-0019-.HTML.
[4] Carlos Armando FIGUEREDO PLANCHART, “Conversación”, op. cit.
[5] Juan José MARTÍN FRECHILLA, “Diálogo esencial con Leopoldo Martínez Olavarría”. En: Diálogos reconstruidos para una historia de la Caracas Moderna. Caracas: UCV, Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico, 2004, p. 82. Las fechas en las que Martínez Olavarría ubica su relato son de finales de 1957 posteriores a la liquidación la Comisión Nacional de Urbanismo de la cual fue su primer y único Presidente desde agosto de 1946 hasta junio de 1957.