La Fundación

El inicio de la Fundación Anala y Armando Planchart

Es evidente que todo ser humano se interesa por muchas cosas que van más allá del diario trabajo, de las obligaciones de la vida en sociedad y de la voluntad de ser útil. Y también es cierto que todos tratamos de que aquellas cosas a las que hemos dedicado interés y preocupación puedan no solo continuar y mantenerse más allá de nuestras vidas, sino además dar esa misma oportunidad de disfrute al mayor número posible de personas.

Durante nuestra ya larga y feliz existencia matrimonial, hemos sido una pareja unida no solo por el afecto y los deberes mutuos, libremente aceptados, sino por la identidad de gustos y aficiones.

Creemos que Venezuela ha sido prodigiosamente dotada por la naturaleza en plantas, minerales y fauna y que todo lo que se haga por dar a conocer ese inmenso tesoro y por hacerlo amar es una de las mejores formas de mantener el amor por nuestra tierra y de despertar el interés por sus grandes posibilidades. Con esta inclinación hemos reunido y seleccionado plantas y flores, particularmente orquídeas de las más diversas clases y proveniencias, y las hemos desarrollado en el jardín y en la casa que hemos hecho con este principal propósito.

No es fácil que una habitación privada pueda estar plenamente abierta a todos los que puedan tener interés en las plantas y minerales que contiene, y es también difícil que, más allá de nuestras vidas, pueda mantenerse y desarrollarse ese propósito estimulante y educativo.

Por eso, hemos creído que lo más conveniente es dejar a una Fundación, debidamente dotada de recursos, el encargo de proseguir y conservar ese empeño de amor a la naturaleza y de ponerlo al alcance y utilización no solo de los científicos sino de todos los que puedan sentir algún interés por la belleza natural.

De esta manera la «Fundación Anala y Armando Planchart» vendrá a sumarse al gran esfuerzo, todavía incompletamente realizado, de estimular el estudio y el interés por el maravilloso mundo natural que abarca nuestro país.

Pero también hemos pensado que la Fundación no debe limitarse a ese solo aspecto, sino que debe y puede trabajar, dentro de sus posibilidades, en la solución de algunos de los graves problemas sociales que nos aquejan. Son muchos, variados y de equivalente importancia, pero pensamos, acaso porque el aumento de la cuenta de los años nos inclina a ello, que podría comenzarse por hacer algo significativo para abrir un hogar donde muchos hombres y mujeres, condenados a la dura soledad en la vejez, puedan ir a pasar en un grato y humano ambiente de dignidad y comodidad, sus últimos años.

Asimismo, es nuestro deseo que la «Fundación Anala y Armando Planchart» permita a muchos la oportunidad de disfrutar, aunque ella ofrezca un campo limitado, de las obras de arte y de las bellezas naturales que nuestro modesto quehacer ha reunido durante los felices años de nuestra unión.

Por último, deseamos manifestar que los recursos materiales de que dispondrá la institución estarán destinados en su mayor parte a asegurar el debido mantenimiento de sus sedes, el progresivo aumento de sus colecciones, así como a llevar a cabo a la mayor brevedad posible la casa para ayudar a los hombres y mujeres que la vida ha dejado solos.

Fervientemente aspiramos a que la Fundación pueda contribuir a la formación de hombres y mujeres venezolanos que retribuyan a nuestra sociedad lo que de ella hemos recibido.

Armando Planchart Franklin y Ana Luisa Braun de Planchart

Caracas, 8 de diciembre de 1970